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Tendinitis, fascitis, calcificaciones… ¿Y si las tratamos con ondas de choque?

El tratamiento con ondas de choque, es una técnica médica no invasiva utilizada para tratar diversas condiciones musculoesqueléticas y promover la recuperación del tejido.

¿Qué son las ondas de choque?

Son ondas acústicas de alta energía que se transmiten a las áreas afectadas del cuerpo. Estas ondas penetran en los tejidos y generan una respuesta biológica que estimula la curación, reduce el dolor y mejora la movilidad.

Este tratamiento se utiliza principalmente para tratar:

  • Fascitis plantar (incluido el espolón calcáneo).
  • Tendinopatías crónicas, como el codo de tenista (epicondilitis) y el codo de golfista.
  • Tendinitis del manguito rotador.
  • Síndrome de dolor miofascial.
  • Calcificaciones en los tendones.
  • Fracturas de difícil consolidación.
  • Dolor crónico de rodilla o cadera relacionado con tendones o tejidos blandos.

¿Qué beneficios tiene este tratamiento?

  1. Reducción del dolor: Estimula la liberación de endorfinas y reduce la inflamación.
  2. Mejora la regeneración tisular: Favorece la formación de nuevos vasos sanguíneos (neovascularización).
  3. No invasivo: Evita la necesidad de cirugía en muchos casos.
  4. Rápida recuperación: Permite la reincorporación temprana a las actividades diarias.
  5. Sin necesidad de anestesia: Aunque puede ser ligeramente molesto, no requiere sedación.

¿Cómo es una sesión con ondas de choque?

Primero, hacemos una valoración inicial para entender bien qué te está pasando, localizar la zona afectada y decidir cómo vamos a trabajar. Después, aplicamos el tratamiento con un dispositivo específico que dirige ondas acústicas al área que lo necesita.

Lo habitual es realizar entre 3 y 6 sesiones, con una frecuencia semanal, aunque siempre lo ajustamos según la evolución de cada persona.

¿Hay efectos secundarios o contraindicaciones?

Como todo tratamiento, las ondas de choque pueden tener algunos efectos secundarios leves y transitorios. Lo más habitual es notar un poco de molestia o sensibilidad en la zona tratada, un leve enrojecimiento o, en algunos casos menos frecuentes, algún pequeño hematoma.

Aunque es una técnica segura, no se recomienda en algunos casos concretos:

  • Embarazo.
  • Personas con trastornos de coagulación o que toman anticoagulantes.
  • Presencia de infecciones o tumores en la zona tratada.
  • Implantes metálicos cerca del área de tratamiento.
  • Problemas neurológicos graves.

Ante cualquier duda, en Soror siempre evaluamos tu caso de forma individual antes de iniciar el tratamiento. Tu salud y seguridad son lo primero.

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